Gracias

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cunde el cáncer en habitantes de El Salto

 
Francisco Aguiar Barajas, El Occidental.- Reynaldo Prado Velázquez teme que las 13 muertes a causa del cáncer acontecidas en los últimos meses en El Salto, se eleven a por lo menos 20 en los meses que restan de este año; decesos que especialistas atribuyen a la contaminación del Río Santiago.
Pedro de Anda, agricultor de Juanacatlán, asegura que la contaminación de las aguas que circundan a los municipios de Tlajomulco, Tlaquepaque, El Salto y Juanacatlán, están fuera de control y representan por ende, un peligro para la salud de miles de habitantes, de manera particular, para los dos últimos. “Se mueren nuestros hijos, padres, hermanos, amigos y vecinos sin poder hacer nada para impedirlo”, dice mientras advierte que las aguas que trata la planta de El Ahogado, “quita lo feo, pero no lo peligroso”.

EL OCCIDENTAL realizó una acuciosa gira de inspección desde la presa de Las Pintas, hasta la cascada en Juanacatlán, para conocer la realidad de un problema de salud que todos admiten de su existencia, entre ellos Greenpeace, quien tras un estudio a fondo sobre la contaminación del río, encontró mil 90 contaminantes, de los cuales 120 son permanentes.
De ahí que para Sofía Enciso, “no es rara la sorpresiva muerte de 13 personas en los últimos meses, ya que la planta no trata todos los contaminantes, sólo los desechos humanos y esto, de plano, no es la solución al problema”.
El “viaje ilustrativo”, como la joven Sofía lo define, arranca en las malolientes, sucias, anegadas y repugnantes aguas de la presa de Las Pintas, antítesis de lo que hasta hace pocos años era un remanso para los esquiadores tapatíos.
Sofía insiste, “no hay conciencia de la gente, para preservar, cuidar y mantener en buenas condiciones un vaso regulador tan importante”, donde se hacinan los desechos humanos de buena parte de Tlajomulco y Tlaquepaque, y ofrece por tanto, un panorama desolador donde la tierra y el lodo se confunden con el lirio, la basura, cajas de madera, cartón, llantas de autos, ropa, millones de mosquitos y distraídos patos que buscan alimentarse.
Las pestilentes aguas dejan la presa y serpentean sobre un canal acosado por la basura que irresponsables tiran sin ton ni son, hasta llegar a la Cuenca del Ahogado, donde reciben, según explica Sofía Enciso, un “tratamiento orgánico”; esto es, “les quitan lo feo, pero no lo peligroso”, como asegura Pedro de Anda.
Lo grave es que los millones de litros de agua que salen limpios de la planta, se confunden con las aguas contaminadas procedentes de Poncitlán, Ocotlán, Atotonilquillo y Atequiza y aquella mezcolanza llega a la cascada que es justamente lo que delimita a los municipios de El Salto y Juanacatlán, aguas que disminuidas en olor, mantienen la peligrosidad y toxicidad que, a juicio de los especialistas, son el origen de la muerte de decenas de personas por células cancerígenas.
Conocedores del tema aseguran que buena parte de las 319 empresas instaladas en el corredor industrial de El Salto, no tratan los desechos y son, por tanto, el origen del llamado “río del dolor, la intranquilidad y la desesperanza” para los habitantes de los municipios de El Salto y Juanacatlán.