Agustín del Castillo/Público
Resulta esencial que se culmine con éxito la creación del área natural protegida en el bosque de niebla de Talpa donde sobrevive una comunidad de arces o maples única en México, porque las presiones y amenazas no han cesado de incrementarse desde la apertura ilegal de la carretera Talpa-Llano Grande, advierte la investigadora de la Universidad de Guadalajara y candidata a doctora por la Louisiana State University, Yalma Vargas Rodríguez.
Codescubridora de ese bosque hace once años, junto con el botánico José Antonio Vázquez García, la experta hizo una visita reciente a la zona y entregó sus comentarios a MILENIO JALISCO, donde resalta su preocupación por la lentitud con que se integran las negociaciones para generar el área protegida estatal en la zona.
“Se me comenta por parte de los responsables de las negociaciones [de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable] que han seguido en pláticas con las personas que tienen terreno dentro del polígono del parque estatal. Parece que ahora si quieren definir quiénes están dentro del polígono, porque otros, externos, están metiendo mucho ruido en las negociaciones […] me comentan que quizás para febrero puedan dar un decreto, aunque, como siempre, las fechas no se suelen cumplir”.
Vargas Rodríguez destaca que “a once años de haber dado a conocer el bosque, continúa sin tener un decreto de protección ni de manejo. La desinformación o la deliberada difusión de información errónea sobre este bosque y sobre su propuesta de conservación ha sido uno de los principales obstáculos para la puesta en marcha de programas de preservación, manejo y restauración. Además, el desinterés y el pensar que estos bosques seguirán igual aunque no se haga nada por conservarlos es un problema predominante”.
Sin embargo, “la fragilidad y unicidad de este ecosistema implica que no se puede esperar más tiempo para protegerlo y manejarlo. El impacto de las visitas ecoturísticas —hasta tres grupos cada dos horas— sin organización e información adecuada, resultan en acumulación de basura en el bosque, la presencia de mascotas [las que pueden cazan fauna —aves—], compactan el suelo afectando las plántulas de muchos árboles; introducen especies exóticas [quedan semillas de la fruta que llevan para comer], saquean plantas —helechos, orquídeas, plántulas de árboles—; establecen fogatas con su consecuente potencial de incendios forestales y además, existe el potencial de introducción de plagas forestales”.
Esto está pasando “ahora, y seguirá mientras continúe la desarticulación entre el gobierno municipal, estatal, forestales e investigadores y predomine el interés en la extracción de madera o negocios ecoturísticos sin regulación”.
Debe recordarse “que los bosques son multifuncionales y ofrecen una gran variedad de servicios, usos no madereros, y tan importantes como la captura de agua. La frecuencia de niebla es una de las variables climáticas más importantes que definen y afectan a estos bosques. Esta característica permite la persistencia e incremento del volumen de agua de los arroyos, debido a que es capturada de las nubes que se estacionan en estos bosques. Entonces, además del agua que provee la precipitación, la de la niebla otorga una cantidad importante extra”.
En Talpa de Allende, “el éxito de conservar, manejar y restaurar los bosques debe estar basado en las necesidades de la comunidad en conjunto con bases científicas. Esto debe ser la guía para lograr un uso sustentable de los bosques del municipio, no sólo el de arce. La creación de un área protegida será un paso mayúsculo para lograr este objetivo”.
La especialista pone en relieve: “el cambio climático no sólo es global, es también regional y afecta principalmente la humedad y la temperatura del bosque de arce. La deforestación debida a la apertura de la carretera en la zona adyacente del bosque y en los bosques de niebla de la misma cañada del arce, directamente afecta la temperatura, incrementándola”.
Este solo factor “origina varios efectos negativos: con ambientes más secos, se incrementan las probabilidades de incendios, sobre todo durante el evento de El Niño; que se modifique de la elevación en donde se presenta la niebla”.
Se estima que un incremento de 3°C [grados centígrados] en la temperatura, “podría implicar que la presencia de niebla se eleve de 450 a 600 metros. Esta modificación impacta al ecosistema en términos de su diversidad, al disminuir la presencia de las plantas epífitas y los anfibios, por ejemplo, hasta cambios hidrológicos y en las funciones ecológicas, como variaciones en la fructificación de las plantas y su consecuente efecto en las poblaciones de aves frugívoras o bien, cambios en la descomposición de la hojarasca, lo que afecta la mineralización, la actividad microbiana y consecuentemente la disponibilidad de nutrimentos en el bosque”, puntualiza.
Resulta esencial que se culmine con éxito la creación del área natural protegida en el bosque de niebla de Talpa donde sobrevive una comunidad de arces o maples única en México, porque las presiones y amenazas no han cesado de incrementarse desde la apertura ilegal de la carretera Talpa-Llano Grande, advierte la investigadora de la Universidad de Guadalajara y candidata a doctora por la Louisiana State University, Yalma Vargas Rodríguez.
Codescubridora de ese bosque hace once años, junto con el botánico José Antonio Vázquez García, la experta hizo una visita reciente a la zona y entregó sus comentarios a MILENIO JALISCO, donde resalta su preocupación por la lentitud con que se integran las negociaciones para generar el área protegida estatal en la zona.
“Se me comenta por parte de los responsables de las negociaciones [de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable] que han seguido en pláticas con las personas que tienen terreno dentro del polígono del parque estatal. Parece que ahora si quieren definir quiénes están dentro del polígono, porque otros, externos, están metiendo mucho ruido en las negociaciones […] me comentan que quizás para febrero puedan dar un decreto, aunque, como siempre, las fechas no se suelen cumplir”.
Vargas Rodríguez destaca que “a once años de haber dado a conocer el bosque, continúa sin tener un decreto de protección ni de manejo. La desinformación o la deliberada difusión de información errónea sobre este bosque y sobre su propuesta de conservación ha sido uno de los principales obstáculos para la puesta en marcha de programas de preservación, manejo y restauración. Además, el desinterés y el pensar que estos bosques seguirán igual aunque no se haga nada por conservarlos es un problema predominante”.
Sin embargo, “la fragilidad y unicidad de este ecosistema implica que no se puede esperar más tiempo para protegerlo y manejarlo. El impacto de las visitas ecoturísticas —hasta tres grupos cada dos horas— sin organización e información adecuada, resultan en acumulación de basura en el bosque, la presencia de mascotas [las que pueden cazan fauna —aves—], compactan el suelo afectando las plántulas de muchos árboles; introducen especies exóticas [quedan semillas de la fruta que llevan para comer], saquean plantas —helechos, orquídeas, plántulas de árboles—; establecen fogatas con su consecuente potencial de incendios forestales y además, existe el potencial de introducción de plagas forestales”.
Esto está pasando “ahora, y seguirá mientras continúe la desarticulación entre el gobierno municipal, estatal, forestales e investigadores y predomine el interés en la extracción de madera o negocios ecoturísticos sin regulación”.
Debe recordarse “que los bosques son multifuncionales y ofrecen una gran variedad de servicios, usos no madereros, y tan importantes como la captura de agua. La frecuencia de niebla es una de las variables climáticas más importantes que definen y afectan a estos bosques. Esta característica permite la persistencia e incremento del volumen de agua de los arroyos, debido a que es capturada de las nubes que se estacionan en estos bosques. Entonces, además del agua que provee la precipitación, la de la niebla otorga una cantidad importante extra”.
En Talpa de Allende, “el éxito de conservar, manejar y restaurar los bosques debe estar basado en las necesidades de la comunidad en conjunto con bases científicas. Esto debe ser la guía para lograr un uso sustentable de los bosques del municipio, no sólo el de arce. La creación de un área protegida será un paso mayúsculo para lograr este objetivo”.
La especialista pone en relieve: “el cambio climático no sólo es global, es también regional y afecta principalmente la humedad y la temperatura del bosque de arce. La deforestación debida a la apertura de la carretera en la zona adyacente del bosque y en los bosques de niebla de la misma cañada del arce, directamente afecta la temperatura, incrementándola”.
Este solo factor “origina varios efectos negativos: con ambientes más secos, se incrementan las probabilidades de incendios, sobre todo durante el evento de El Niño; que se modifique de la elevación en donde se presenta la niebla”.
Se estima que un incremento de 3°C [grados centígrados] en la temperatura, “podría implicar que la presencia de niebla se eleve de 450 a 600 metros. Esta modificación impacta al ecosistema en términos de su diversidad, al disminuir la presencia de las plantas epífitas y los anfibios, por ejemplo, hasta cambios hidrológicos y en las funciones ecológicas, como variaciones en la fructificación de las plantas y su consecuente efecto en las poblaciones de aves frugívoras o bien, cambios en la descomposición de la hojarasca, lo que afecta la mineralización, la actividad microbiana y consecuentemente la disponibilidad de nutrimentos en el bosque”, puntualiza.
Guadalajara / Agustín del Castillo