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lunes, 4 de febrero de 2013

Un incómodo vecino

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Andrés Martínez Mural (3 febrero 2013).- En el Centro de Ocotlán la brisa está cargada de un aroma pestilente. Huele a podrido, a veneno.
A sólo una cuadra de la plaza principal, las aguas oscuras y carentes de oxígeno del Río Zula avanzan trabajosas desprendiendo olores tan repulsivos que hacen que cualquiera intuya los riesgos.”Es un drenaje, no es un río”, comenta un vecino de la zona.
Además de las descargas municipales de varias poblaciones, por el río también van tóxicos de origen industrial como grasas y aceites, así como desechos agrícolas, como pesticidas y fertilizantes químicos.
Sin embargo, debido a que divide a la Ciudad en dos, el Zula es un paso obligado para miles de ocotlenses que de manera cotidiana deben cruzarlo varias veces al día, exponiéndose a respirar los vapores que libera el líquido en descomposición.
“A mí la que me preocupa más es la niña, que tan recién nacida y tenga que pasarla por esto tan hediondo, que le haga daño”, cuenta Rosario Valdivia Flores, luego de cruzar, junto con su bebé, por debajo la Carretera a Jamay, a centímetros del agua contaminada.
Quienes viven cerca del río conocen mejor que nadie el tamaño de la contaminación y sus riesgos.
“Aquí se han muerto varios de cáncer (…) yo creo por la contaminación”, señala una vecina de la calle Aldama, que por un lado colinda con el Río Zula y por el otro con el Río Santiago.
“También los chiquillos se andan enfermando y enfermando a cada rato (…) de la tos, salpullido o que les duele la cabeza”.
A lo largo de la ribera del Río Zula sólo los más viejos guardan en su memoria cuando el flujo de agua estaba limpio.
Sin embargo, pese al riesgo del agua contaminada, la ribera de Zula alberga algunos de los pocos espacios públicos de esparcimiento de la localidad.
Tanto en el Parque de los Enamorados como en las cuatro canchas deportivas ubicadas en el lado sur de Ocotlán, los visitantes deben recrearse respirando olores que no dan confianza.