A los medios de comunicación
Al gobierno del estado de Jalisco
A los pueblos hermanos de la región Ciénega
En riesgo la tranquilidad de San Miguel de la Paz
Pretenden despojarlos de terreno que usan como campo de futbol desde hace 40 años
Hace cuarenta años, San Miguel de la Paz,
municipio de Jamay, Jalisco, era un ranchito como de unas cien casas.
Por aquellos años, en una reunión de ejidatarios se hizo la propuesta de
que alguien que tuviera una labor adyacente al poblado, la cediera para
convertirla en campo deportivo, ya que el beisbol y el fut se
practicaban en un terreno que estaba en el centro de la localidad, mismo
que se convertiría en lo que hoy es la plaza. A cambio de esa labor, el
ejido le daría otra en “el potrero de la reserva”. Primero se ofreció
una que estaba por el camino a “La Palma”; sin embargo, se eligió una
segunda, propiedad de don Francisco Godínez (q.e.p.d.), por estar
pegadita al poblado.
Algunos
señores recuerdan que le dijeron a don “Quico” que no le convenía, pero
que él les contestó: “¡Aquella tierra es el puro migajón!… Además, ¡aquí
las gallinas ya me tienen hasta la coronilla!” Y se hizo el cambio,
otorgándosele al susodicho el doble de terreno y ayudándosele a
desmontarlo, como una compensación por su buena disposición para
cooperar con el progreso de la comunidad.
Con el paso de los años, don Francisco
pidió permiso a los deportistas de que lo dejaran “sembrar unas milpitas
‘para los elotes’”, en dos franjas que no se usaban, situadas a los
costados Este y Norte respectivamente del campo deportivo. Los
deportistas accedieron de buena fe, sin imaginarse el problemón que se
estaban echando encima: al ver que el pueblo creció, en extensión a su
alrededor, en la cantidad de habitantes, en el número y calidad de sus
servicios, y, lo más importante para el caso, en los pesos necesarios
para comprar un lote para hacer una casita, don Quico Godínez decidió
quedarse con esos terrenos. Contrató unos abogados que llevaran a cabo
las gestiones jurídicas necesarias para cometer tal despojo en contra de
la juventud, la niñez, y, en general, de la población sanmiguelense.
Asimismo, en contubernio con las autoridades ejidales, untó las manos
de los jueces o movió sus palancas amistosas o parentales para que
emitieran un veredicto positivo a sus nefastos deseos. Es así como el
jueves 16 de agosto de los corrientes, se presentaron sus hijos en
compañía de un licenciado, dizque a “tomar posesión”, que porque ya
había fallado el tribunal a su favor. Rápidamente se juntaron varios
pobladores para sacarlos del campo, a donde, luego de cortar el
alambrado, se habían metido con todo y sus vehículos.
Era lógico cuatro décadas de uso
ininterrumpido del terreno ejidal genera derechos, así que resistimos a
salirnos y se suscitaron hechos de violencia verbal y conatos de física,
por casi tres horas en las que se vio en serios problemas para
sobrevivir, la paz social de este hermoso pueblito de nuestro querido
Jalisco.
Lo único que queremos es que la
descendencia de Francisco Godínez honre el trato que hizo su padre con
el pueblo de San Miguel del Paz para que se evite un conflicto social
mayor.
Juan Tinoco López