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viernes, 24 de agosto de 2012

En riesgo la tranquilidad de San Miguel de la Paz

A los medios de comunicación
Al gobierno del estado de Jalisco
A los pueblos hermanos de la región Ciénega
 En riesgo la tranquilidad de San Miguel de la Paz
Pretenden despojarlos de terreno que usan como campo de futbol desde hace 40 años
Hace cuarenta años, San Miguel de la Paz, municipio de Jamay, Jalisco, era un ranchito como de unas cien casas. Por aquellos años, en una reunión de ejidatarios se hizo la propuesta de que alguien que tuviera una labor adyacente al poblado, la cediera para convertirla en campo deportivo, ya que el beisbol y el fut se practicaban en un terreno que estaba en el centro de la localidad, mismo que se convertiría en lo que hoy es la plaza. A cambio de esa labor, el ejido le daría otra en “el potrero de la reserva”. Primero se ofreció una que estaba por el camino a “La Palma”; sin embargo, se eligió una segunda, propiedad de don Francisco Godínez (q.e.p.d.), por estar pegadita al poblado.
Algunos señores recuerdan que le dijeron a don “Quico” que no le convenía, pero que él les contestó: “¡Aquella tierra es el puro migajón!… Además, ¡aquí las gallinas ya me tienen hasta la coronilla!” Y se hizo el cambio, otorgándosele al susodicho el doble de terreno y ayudándosele a desmontarlo, como una compensación por su buena disposición para cooperar con el progreso de la comunidad.
Con el paso de los años, don Francisco pidió permiso a los deportistas de que lo dejaran “sembrar unas milpitas ‘para los elotes’”, en dos franjas que no se usaban, situadas a los costados Este y Norte respectivamente del campo deportivo. Los deportistas accedieron de buena fe, sin imaginarse el problemón que se estaban echando encima: al ver que el pueblo creció, en extensión a su alrededor, en la cantidad de habitantes, en el número y calidad de sus servicios, y, lo más importante para el caso, en los pesos necesarios para comprar un lote para hacer una casita, don Quico Godínez decidió quedarse con esos terrenos. Contrató unos abogados que llevaran a cabo las gestiones jurídicas necesarias para cometer tal despojo en contra de la juventud, la niñez, y, en general, de la población sanmiguelense. Asimismo, en contubernio con las autoridades ejidales, untó las manos de los jueces o movió sus palancas amistosas o parentales para que emitieran un veredicto positivo a sus nefastos deseos. Es así como el  jueves 16  de agosto de los corrientes, se presentaron sus hijos en compañía de un licenciado, dizque a “tomar posesión”, que porque ya había fallado el tribunal a su favor. Rápidamente se juntaron varios pobladores para sacarlos del campo, a donde, luego de cortar el alambrado, se habían metido con todo y sus vehículos.
Era lógico cuatro décadas de uso ininterrumpido del terreno ejidal genera derechos, así que resistimos a salirnos y se suscitaron hechos de violencia verbal y conatos de física, por casi tres horas en las que se vio en serios problemas para sobrevivir, la paz social de este hermoso pueblito de nuestro querido Jalisco.
Lo único que queremos es que la descendencia de Francisco Godínez honre el trato que hizo su padre con el pueblo de San Miguel del Paz para que se evite un conflicto social  mayor.
Juan Tinoco López