Mulas,
arrieros y bandidos
Hasta el año
de 1958, el sistema de transporte de personas y mercancías de Ixcatán hacia la
ciudad de Guadalajara era en bestia: burro, caballo, mula o similar; no había
más, los automotores apenas se conocían cuando se iba a la ciudad o se les veía
pasar por la brecha que iba a Ixtlahuacán del Río y que pasaba en su punto más
cercano por la huerta de “El Placer”.
El destino
de las recuas dependía del tipo de personas o mercancías que trasladaran; la
leña y carbón se llevaba a La Experiencia o Atemajac, lugares en donde había fábrica
de hilados y tejidos, a veces las cargas de frutos, pochote, leña y carbón, se
llevaban hasta el centro de la ciudad, entonces se hacían siete horas con las
mulas cargadas hasta el mercado Corona, cercano a la catedral de Guadalajara.
Los animales
mejores para la carga y caminar por los senderos llenos de acantilados,
pedregosos e inclinados, eran las mulas y los machos, podían mayor carga y
además eran más seguros en su andar de día o de noche, sólo que eran difíciles
de conseguirse y de domar, así que, estos animales los acaparaban los
hacendados, dueños de minas y ricos comerciantes, por lo que los arrieros independientes
sin poder económico, tenían que conformarse con los asnos como bestias de
carga.
Un arriero
que tenía a su cargo de cinco a diez mulas o asnos, es como si en estos
momentos manejara un tráiler, era reconocido como hombre de mundo, enamorado y
valiente. El paso de Guadalupe fue famoso porque a esa altura del río Santiago
hasta el año de 1892, pasaron importantes cargamentos de abarrote, minería,
frutas y verduras, leña y carbón, lo
mismo el camino real que venía del lado
de San Cristóbal de la Barranca y que cruzaba
San Lorenzo, Huaxtla y La Soledad para tomar por el “roble grande” y
salir al mesón de Copala y San Esteban para luego tomar hacia Tesistán, Zapopan
o Guadalajara.
Ese camino
que venía sobre la barranca, servía para el traslado de cargamentos
importantes, así que en tiempo de crisis derivada de las malas cosechas, del
despojo de tierras a los indígenas, de las enfermedades y explotación hacia los
trabajadores, que algunos crearon grupos para el asalto a los caminos como
forma de sobrevivencia o como ocupación principal, esto ocurrió en intervalos,
entre los años 1850 hasta 1930, período de la guerra entre los liberales y
conservadores, la guerra de reforma, la invasión francesa, la revolución
mexicana y la guerra cristera.
Algunas de
las bandas por lo arriesgado de sus hazañas crearon fama y acumularon riquezas,
sobre todo cuando expropiaban cargamentos de las mineras que traían lingotes de
oro y plata.
Los bandidos
eran muy buenos jinetes, conocedores de caminos, cuevas, rescoldos,
acantilados, arroyos y ríos, por lo que en la huída se escondían fácilmente.
Poco se conoce de que el gobierno o la “acordada”, grupo local armado por la
misma autoridad, hayan atrapado a grupos completos de bandidos, por lo que
algunos de sus jefes se convirtieron en leyenda viviente en la barranca,
crearon prestigio de avezados y rudos ante los demás y algunos fueron los
nuevos acaparadores de tierras.
Quienes
sufrían de manera física y directa de los asaltos eran los arrieros y las
bestias de carga, sabían estos antiguos habitantes de los caminos, que si se
resistían podía costarles la vida; en lo que toca a las mulas y burros, se les
hacía sufrir en las persecuciones, incluso que murieran al desbarrancarse en su
loca carrera, o que cargaran pero ahora al servicio de los bandidos que se
perdían en el espesor de la vegetación de los cañones y montañas.
Por ello y para
no olvidar nuestra identidad es que rescatamos del baúl de los recuerdos, esta historia de mulas,
arrieros y bandidos.
(José
Casillas)
Para la representación de la noche del 1o de noviembre
Personajes
·
Mulas: niños o niñas ataviados de
un aparejo, que están a cargo de los arrieros.
·
Arrieros: jóvenes o adultos
ataviados de una caña de maíz.
·
Bandidos: jóvenes o adultos,
ataviados de una caña de maíz o un trozo de carrizo.
Materiales
·
Aparejo para cada mula y
obsequios que cargarán las mulas.
·
Caña de maíz o carrizo una por
bandido y arriero.
·
Obsequios: dulces, calabazas,
cacahuates, frutos, etc.
Trama
1. Se
trata de un recorrido que hacen las mulas y arrieros, casa por casa, de manera
intempestiva aparecen los bandidos para asaltar los cargamentos, por lo que los
arrieros defienden las mercancías.
2. Los
obsequios que dan los vecinos, se van colocando en las bolsas de los aparejos,
que son cargados por las mulas hasta el lugar final de su destino. En caso de
que se les pida, los arrieros le ordenan a las mulas, bailar de pedorrito,
movimientos similares a lo ahora se conoce como “el gallinazo”.
3. Los
bandidos no deben tocar a las mulas y sus encuentros los tienen con los
arrieros.
4. Una
vez concluido el recorrido, se reparten los obsequios entre los niños-mulas,
arrieros y bandidos. Antes se rezaba una oración a los muertos porque el día de
su representación era la noche de la víspera del día de los difuntos.